Hoy en la mañana me encontré un titular que decía que una persona había muerto de frío anoche aquí en Guadalajara, no leí la nota pero me impactó terriblemente y me hizo sentir agradecida por todo lo que tengo, yo nunca he tenido ese nivel de frío ni de hambre, nunca me he quedado sin un techo sobre mi cabeza y una cobija sobre mi cuerpo, me sentí profundamente agradecida por todos los que han trabajando para que yo sea tan bendecida.
Incluso ahora, si bien no tengo una situación desahogada, tengo todo para no morir de frío en la calle.
Y estaba en esa reflexión cuando me acordé de un tuit que leí ayer de alguien que decía que para qué nos quejábamos del frío, que mejor compráramos suéteres, quiero creer que en el imaginario de esta persona, si estás en twitter quejándote del frío es porque tienes el resto de tus necesidades cubiertas y se refería sólo a los que se quejaban en redes sociales; pero un momento me sonó a un: ‘¿Tienen hambre? ¡Pues que coman pasteles!’.
Y es este pensar que todos viven en las condiciones en las que tu vives, el no ver lo privilegiados que somos, el ser tan ‘YO’ lo que es super peligroso, por eso para algunas culturas todas las mujeres tienen que ir cubiertas, porque ‘me ofende a mi’ soy yo, los demás no importan; ‘me ofende que no te haya gustado Star Wars’, me ofende que tengas hijos y quieras dedicarte a tu casa, me ofende que decidas que es más importante tu desarrollo profesional que una familia, me ofende que te sientas enfermo y no quieras salir conmigo, me ofende… me ofende… yo, yo YO.
Y al final no queremos ver que otros existen en circunstancias distintas, que todos somos diferentes, que tenemos otras historias y que podemos ayudar a los que tienen historias más complejas que las nuestras.